home Editoriales ¿Menores asesinos sin castigo? La impunidad detrás de los delitos juveniles en México

¿Menores asesinos sin castigo? La impunidad detrás de los delitos juveniles en México

¿Es justo que los menores de edad evadan sanciones severas por delitos de alto impacto en México?
¿La impunidad en delitos juveniles está fomentando una generación sin responsabilidad penal?

En la actualidad, la sociedad mexicana enfrenta una creciente preocupación ante el alarmante aumento de delitos de alto impacto cometidos por menores de edad. Sin embargo, las sanciones penales para estos jóvenes delincuentes se mantienen considerablemente leves en comparación con las aplicadas a los adultos, generando un sentimiento de impunidad y desasosiego en la comunidad. En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Es justo que los menores de edad no enfrenten sanciones equivalentes a la magnitud de sus actos delictivos?

Para comprender la complejidad del problema, es necesario analizar algunos casos recientes que han conmovido a la opinión pública. En primer lugar, destaca el caso de una joven de 17 años que, impulsada por celos, viajó con premeditación y atacó con 15 puñaladas a la novia de su expareja. A pesar de la gravedad del intento de homicidio y de su estado de emancipación al ser madre, la legislación mexicana establece que la pena máxima para menores de edad en casas de estancias para infractores es de cinco años. Este límite punitivo ha sido objeto de amplio debate, ya que para muchos resulta desproporcionado en relación con la naturaleza del crimen.

En este punto, resulta pertinente abordar el debate sobre la edad penal y la madurez psicológica. Diversos estudios en neurociencia han demostrado que el desarrollo completo del lóbulo frontal, área del cerebro relacionada con la toma de decisiones y el control de impulsos, ocurre aproximadamente a los 25 años. Sin embargo, esta realidad biológica no implica una incapacidad absoluta para distinguir el bien del mal en etapas previas. De hecho, la mayoría de los adolescentes tiene plena conciencia de la ilegalidad y la gravedad de actos como el homicidio o el robo con violencia.

A la luz de estos hechos, surge un cuestionamiento ético y legal: ¿La legislación penal mexicana está adecuadamente preparada para enfrentar la delincuencia juvenil en un contexto de violencia creciente? La respuesta no es sencilla. Por un lado, se busca proteger el interés superior del menor, evitando sanciones que obstaculicen su rehabilitación e integración social. Por otro, la sociedad exige justicia proporcional al daño causado, especialmente en delitos que han cobrado vidas humanas de manera brutal.

En este sentido, resulta imprescindible reconsiderar las políticas criminales aplicadas a menores infractores, adoptando un enfoque diferenciado que contemple tanto la protección de sus derechos como la necesidad de justicia para las víctimas y sus familias. La posibilidad de juzgar a adolescentes como adultos en casos de delitos graves es una medida que debe analizarse con cautela, teniendo en cuenta factores como la premeditación, la brutalidad del crimen y la madurez demostrada por el agresor.

Cabe destacar que países como Estados Unidos y Reino Unido han implementado sistemas penales en los que, dependiendo de la gravedad del delito y la edad del infractor, los menores pueden ser juzgados como adultos. Esta medida ha sido objeto de críticas y elogios por igual, ya que, aunque responde a la necesidad de justicia, también plantea dilemas sobre los derechos de los adolescentes y la posibilidad de rehabilitación.

Consideremos que la creciente participación de menores en delitos de alto impacto en México pone de manifiesto la urgente necesidad de revisar y reformar el sistema penal juvenil. No se trata de aplicar castigos desproporcionados o de criminalizar a la juventud, sino de garantizar una justicia equitativa que contemple la gravedad del daño causado y la capacidad de discernimiento de los infractores. Es tiempo de abrir el debate sobre la posibilidad de juzgar a adolescentes como adultos en casos excepcionales, para así responder de manera justa y efectiva a la realidad de un México donde la violencia y la impunidad ya no distinguen edades.

Escribe tu comentario para Facebook